Egipto Semana Santa 2023

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MI EXPERIENCIA DE EGIPTO
Si no quieres salir de tu zona de confort y no estás preparado para enfrentarte a tus propios
límites, no vayas a Egipto. Porque Egipto te pone a prueba, te lleva más allá de la frontera y allí
te deja sin visa ni pasaporte, mirando el desierto vacío o el oasis de ti mismo, a pleno sol, rotundo
y dolorosamente certero.
Si te da miedo abandonarte al ruido y a la confusión de las calles y de las gentes, no vayas a
Egipto. Porque en Egipto nadie te dirá cuándo y dónde pisar, porque en Egipto no hay aceras ni
semáforos, porque Egipto te pide valentía al cruzar al otro lado, pisar fuerte, sin pedir permiso,
sin leyes ni centros comerciales donde esconderse.


Si no te emociona el sonido de las aguas al navegar, no vayas a Egipto. Porque el Nilo lo inunda
todo, y si por la noche abres la ventana de tu camarote y prestas atención, sentirás cómo el agua
entra y entonces escucharás canciones de otros tiempos de otras gentes de otros mundos de
otras verdades y en el sueño profundo de la noche sucumbirás a tu propio despertar.
Si no te seduce el bosque de columnas de Karnak o las imágenes de los templos no te dicen
nada, no vayas a Egipto. Porque Egipto se manifiesta en cada línea, cada dibujo, cada signo, cada
grabado, cada hendidura en la piedra y entonces contemplarás fascinada cómo lo que se nombra
existe por el poder de la magia.


Si no te tiemblan las piernas cuando desciendes al mundo de los muertos, no vayas a Egipto.
Porque en Egipto el velo entre lo que vive y lo que muere es fino, muy fino, y si te despistas un
poco recordarás que una vez quemaste incienso y untaste mirra en tu cuerpo y cantaste
canciones al ritmo del sistro y te recordarás en vidas pasadas y morirás muchas veces y
recordarás otras tantas y al final sentirás cómo lo que fuiste permanece en ti.
Si lo sagrado te deja indiferente, si no te emociona entrar en el santuario del dios, no vayas a
Egipto. Porque allí te encontrarás con Isis y Osiris y Sekhmet y Hathor y Anubis y Knut y Horus y
Thot y Ptah y alguno de ellos te elegirá y te hablará en una lengua desconocida y hermosísima y
pensarás que has perdido la cabeza, que no es posible, que los dioses no existen y, sin embargo,
sus voces irracionalmente claras y potentes no te abandonarán ya nunca más y tú jamás volverás
a ser la misma.


Hay que ser valiente para ir a Egipto. Hay que ser valiente para llegar a la entrada del templo de
Isis, descalzarse, respirar hondo, olvidarse de las fotos y los turistas iracundos y dejarse llevar, y
volver a escuchar el papiro meciéndose por las aguas y acercarse lenta y silenciosamente a las
puertas de la diosa y dejar la ofrenda y sentir los rayos del sol que se eleva por el horizonte y
entender que todo permanece vivo y hermoso más allá de los límites de nuestra conciencia.
Porque todo es hermoso y profundo en Egipto.
Ánimo, valiente. No tengas miedo.

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